jueves, 28 de abril de 2011

¿En el camino de la recuperación?

En lo que fue la primera conferencia de la historia de la Fed, su actual presidente Ben Bernanke, afirmó que la banca central de la economía norteamericana continuará con la emisión de moneda a fin de bajar las tasas de interés de largo plazo, cuando las de corto plazo se mantienen cercanas a cero.

Pese a que esta decisión constituyó un impulso para Wall - Street y las principales bolsas del mundo incluyendo entre éstas a las europeas como Madrid, París y Fráncfot y al Nikkei japonés, la recuperación de los Estados Unidos dista de ser fuerte. El empleo crece pero el valor de las casas caen, mientras que el índice de confianza de los consumidores empeoró notablemente. El déficit fiscal es el más alto de las economías desarrolladas (11% del PBI)  y la inflación del próximo año será más alta de lo previsto.

En mi opinión personal, dudo que la crisis se pueda superar con las mismas políticas que la provocaron. El dinero no es la solución mágica a todos los problemas económicos, es simplemente un medio de cambio. Es un error pensar que la economía mundial se va a recuperar con inyecciones de liquidez y con incentivos al consumo, lo único que se logra con estas políticas expansivas es que el dinero pierda su valor.

¿Cuál es la salida? Los "bear markets"o mercados con tendencia bajista, se caracterizan por ser períodos de grandes caídas en los precios de los activos financieros acompañadas de un pesimismo generalizado. El lado positivo, es que constituyen un proceso de transición para la vuelta a los "bull markets" o mercados con tendencia alcista. Es decir, cuando la caída encuentra el piso, es el momento  en que la economía se empieza a recuperar. Por esta razón, es importante que la economía de un país sea estable y no que tenga un crecimiento descontrolado, porque cuanto mayor sea el ascenso más dolorosa será la caída.

jueves, 21 de abril de 2011

Crisis del petróleo e inflación en Japón.



Imagen extraída de la página oficial del BOJ
 El Banco Central de Japón nace oficialmente en 1882, luego de un intento frustrado de importar el sistema bancario nacional de los Estados Unidos. Fue entonces, cuando el gobierno japonés, decidió llevar a cabo la creación de un sistema bancario nacional similar al de Bélgica. Durante sus 125 años de vida, el Banco de Japón (BOJ) experimentó tres episodios de alta inflación, en los que la tasa llegó a superar el 20%:

·                      En el período de la primer guerra mundial, 1917 - 1919.
·                      En el período subsiguiente a la segunda guerra mundial 
             (1939 - 1945).
·                      Durante la primera crisis del petróleo, a partir de 1973.

El primer período reflejó el boom exportador durante la primer guerra. El segundo, fue el resultado de una destrucción de la capacidad productiva y financiación del déficit vía monetización, lo que provocó que los precios aumentaran más de 200 veces en pocos años.  El último y tercer episodio, estuvo relacionado con la primer crisis del petróleo en 1973, a la que se la supo sindicar (erróneamente) como la principal responsable de haber alterado la estabilidad de precios en aquella época.

La crisis de medio oriente comenzó recién en octubre de 1973, cuando la inflación ya estaba dando señales de alerta al registrar una tasa del 10%. Si bien los incrementos en el precio del petróleo agravaron un espiral inflacionario que ya había comenzado, los mayores responsables de la inflación fueron tanto el gobierno como el Banco de Japón (BOJ). En primer lugar y a fines de 1972, el BOJ subestimó la fortaleza de la economía japonesa. Segundo, hubo una fuerte oposición a la apreciación del Yen por parte del poder político. Tercero, en Julio de 1972 asume como Primer Ministro Mr. Kakuei Tanaka anunciando a un elevado nivel de gasto público como pilar de su gobierno, por lo que hubieron fuertes presiones para evitar que el Banco adoptara una política restrictiva.

Durante los años 60 y 70, cualquier cambio en la política monetaria solía estar sujeto a discusión y aprobación tácita por parte del gobierno. El comité de política monetaria no funcionaba con total libertad. Por lo tanto, en aquel entonces, el BOJ no podía centrarse en su objetivo de mantener la estabilidad de precios.

Todos estos factores, empujaron al BOJ a relajar la política monetaria.  En Junio de 1972 se recortó la tasa de redescuento (ODR en inglés) a fin de estimular la economía y devaluar la moneda local.

Fue en abril de 1973 cuando la máxima institución monetaria de Japón decidió aumentar la tasa de redescuento, en contra de la voluntad política por supuesto. El problema fue que la tasa de inflación ya superaba el 9% y las subas (escalonadas en cinco etapas diferentes), fueron insuficientes y tardías. Cuando empezó la crisis en octubre de ese año, la batalla contra la inflación ya se había perdido. El índice de precios al consumidor arrojaba a principios de 1974, un incremento superior al 20%.

El momento de reacción, fue cuando el pánico se apoderó de la sociedad, de los directores del banco central y hasta inclusive de los funcionarios del gobierno de Japón. La ODR había aumentado del 4,25% al 9% en 1973, pero la tasa de interés real mantenía un valor promedio negativo: - 5,6% en 1973 y -14,1% en 1974.

La severa contracción que experimentó el nivel de producto en 1974, produjo la caída de la inflación a partir de la segunda mitad del mismo año. La desinflación implicó para la economía japonesa un gran sacrificio. La tasa de crecimiento negativa de 1974 fue la primera en 24 años.  A fines de 1975, la tasa de inflación medida por el índice de precios al consumidor cayó por debajo del 10%.

Hay tres posibles razones para explicar la tibieza con la que el BOJ reaccionó hacia la inflación. La primera pudo haber sido un mero desconocimiento por parte del Banco acerca del proceso inflacionario que se estaba gestando. Archivos históricos del Banco de Japón y memorias de Nakagawa (1981) revelan que este tal vez no sea el caso. La segunda hipótesis, es que el BOJ sabía que el riesgo inflacionario estaba en aumento pero no se adoptaron medidas al respecto por el conocido rechazo popular existentes hacia las políticas contractivas. La tercera y última hipótesis, es que aunque el Banco Central haya tenido intenciones de tomar cartas en el asunto, se haya visto impedido de hacerlo por presiones del gobierno japonés. Es altamente probable que las verdaderas causas hayan sido una combinación de estas dos últimas.

Fueron estos episodios los que le dieron al Banco de Japón voz de mando. La institución logró su independencia de facto (o efectiva) luego de advertir que las nefastas experiencias de 1972 - 1973 se repetirían si se rechazaran nuevamente las recomendaciones que esta dio en su momento. 

Hacia la segunda crisis del petróleo, en 1979 - 1980, la ODR se incrementó en forma temprana. Lo más destacable, es que se hizo aún cuando en el Parlamento se discutía el presupuesto, algo que hubiese sido inconcebible algunos años atrás. La tasa de interés real se mantuvo positiva en 1979 - 1980, en contraste con lo que ocurrió en 1973. Como resultado y pese a los fuertes incrementos de precios del petróleo hacia 1979, la tasa de inflación en Japón se mantuvo moderada, alcanzando un pico de 8,7%.

Fuente: Ito, Takatoshi. "Great inflation and central bank independence". Working Paper 15726. National Bureau of Economic Research (NBER). February 2010.

miércoles, 20 de abril de 2011

El creciente riesgo en América Latina

MIAMI.- Durante el reciente torneo de tenis Sony Ericsson en Key Biscayne, me sorprendió ver que la mayoría de la gente en el estadio eran turistas latinoamericanos, cuyas conversaciones giraban en torno de cuántas cosas acababan de comprar. Pensé para mis adentros: "Si esta afluencia económica parece una nueva burbuja económica, probablemente lo sea''.

Ahora, varios estudios publicados durante las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en Washington confirman lo que el sentido común debería haberles enseñado a los economistas hace varios meses: que existe un verdadero peligro de que el actual ciclo de crecimiento económico de América latina sea demasiado bueno para ser cierto y que -si no se adoptan urgentes medidas- tal vez no dure mucho.

A diferencia del optimismo sobre América latina que proyectaban las instituciones financieras internacionales y las agencias de calificación crediticia hace apenas unos meses, cuando muchas de ellas pronosticaban que ésta podría ser "la década latinoamericana", el clima de las reuniones del fin de semana pasado en Washington fue de nerviosismo sobre el futuro económico de América latina.

Un documento interno del FMI titulado "Manejando la abundancia en América latina para evitar la crisis'', fechado el 7 del actual, empieza con un diagnóstico sombrío: dice que la región está en una etapa de "doble viento a favor persistente, con riesgo de un fin abrupto".

Explica que gran parte de la actual prosperidad de la región se basa en dos circunstancias externas extraordinarias -una abundante liquidez global, que resulta en una gran entrada de capitales a la región, y un aumento en los precios mundiales de las materias primas gracias a la demanda de China- que posiblemente no duren mucho.

"La intensidad inusual de estas condiciones externas favorables puede dar lugar a la acumulación de vulnerabilidades y a un mayor riesgo de una reversión repentina'', dice el estudio. "Las condiciones externas favorables pueden ocultar vulnerabilidades subyacentes en las cuentas fiscales, financieras y externas, así como generar posible complacencia y exuberancia.''

Traducido a un idioma entendible, esto significa que muchos de los países de la región están gastando más de lo que deberían, tienen monedas sobrevaluadas y no se están preparando para el futuro. El documento interno del FMI advierte en su primera página que refleja la opinión de sus autores y no necesariamente la del FMI, pero su autor principal es Nicolás Eyzaguirre, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.

Un estudio aparte, publicado por la Brookings Institution y dado a conocer al inicio de las reuniones del FMI y el Banco Mundial, también refleja temores sobre el futuro de la región.
El estudio de 80 páginas, titulado "Perspectivas económicas latinoamericanas", dice que "hoy, el recalentamiento y las presiones inflacionarias están en aumento, y muchos reguladores financieros se preguntan si el crédito doméstico ya no está creciendo de manera excesiva". Agrega que "un área de especial preocupación" en Brasil y en otros países de la región son los excesivos créditos bancarios a los consumidores, que posiblemente nunca sean pagados.

¿Qué hizo que los economistas internacionales pasaran de repente del entusiasmo al nerviosismo sobre América latina?, le pregunté a Mauricio Cárdenas, coautor del estudio de Brookings. Cárdenas, ex ministro de Desarrollo Económico de Colombia, me dijo que hay crecientes indicios de que los factores externos que habían beneficiado a América latina pueden desaparecer, además de tendencias preocupantes dentro de la región.

China, cuya compra de materias primas se ha convertido en un motor principal del crecimiento de América del Sur, acaba de anunciar que disminuirá su meta anual de crecimiento del 10 por ciento al 7 por ciento en los próximos cinco años, algo que indudablemente causará una caída de la importación china de materias primas, explicó Cárdenas. Además, es posible que Estados Unidos aumente pronto las tasas de interés, algo que le restará capitales a América latina, agregó.

"Hay que ahorrar en la época de las vacas gordas", me dijo Cárdenas. "Estamos a tiempo, pero justo: es probable que veamos un cambio de las condiciones externas tan pronto como el año próximo."
Mi opinión: los países latinoamericanos, al igual que Estados Unidos, tienen que sincerar sus economías. Gran parte de la región no había visto un mejor contexto económico internacional como el presente en muchas décadas y sería un crimen que los países sigan sin ahorrar para poder mantener sus programas sociales cuando las condiciones externas se deterioren, así como para empezar a mejorar ya mismo sus bajos niveles de educación, ciencia y tecnología. Todavía están a tiempo de hacerlo.

Por Andres Oppenheimer para La Nación - http://www.lanacion.com.ar/

viernes, 15 de abril de 2011

Monetización de la deuda y sus peligros inflacionarios.


Cualquier gobierno para su normal funcionamiento necesita de ingresos para solventar sus gastos, siendo la principal fuente de recursos, los impuestos pagados por el ciudadano. La situación óptima sería que las cuentas estén equilibradas, pero no es lo que normalmente ocurre en la realidad. Esto obliga al gobierno a buscar fuentes de financiamiento alternativas, entre las cuales se pueden destacar el endeudamiento interno, el endeudamiento externo y el emisionismo monetario. En los dos primeros casos, la administración gubernamental emite bonos y los vende a agentes nacionales o extranjeros obteniendo a cambio dinero en efectivo.   Para el tercer caso en cambio, necesita de la cooperación del Banco Central. Es decir, el gobierno emite bonos y el banco central los adquiere mediante la creación de dinero. Este proceso es lo que se conoce como monetización de la deuda.
La decisión de recurrir al emisionismo monetario para cubrir los déficits presupuestarios, se da por lo general, cuando el gobierno se ve imposibilitado de obtener financiamiento interno o externo producto de la desconfianza de los posibles prestamistas. Esta situación lo pone al gobierno ante dos alternativas: un recorte presupuestario o pedir ayuda al banco central. Conocida la poca popularidad de la primer medida, muchas veces se suele inclinarse por la segunda. 

Es en este momento, cuando se empieza a hablar de "señoriaje" o de "impuesto inflacionario".  El motivo de estas denominaciones, radica en el efecto colateral que provoca el financiamiento del déficit a través de la creación de dinero por parte del Banco Central, la inflación.

Según postula la teoría monetarista, un incremento en la cantidad de dinero presiona a un alza proporcional en el nivel de precios. Esto se explica, porque los agentes económicos poseen más dinero del que desean y tienden a "sacáselo de encima" lo más rápido posible, provocando un incremento en la velocidad de circulación del mismo y a su vez, un aumento en la demanda de bienes y servicios. De esta forma, aparecen las presiones inflacionarias que si no se atacan a tiempo, se terminan expresando en el nivel de precios y lo peor de todo, agudizándose cada vez más a lo largo del tiempo.

Por esta razón,  se hace de suma importancia, que los gobiernos mantengan una importante disciplina tanto en  materia fiscal como en materia monetaria, de modo tal que no pongan en riesgo la estabilidad macroeconómica.

jueves, 14 de abril de 2011

La Inversión como factor clave de crecimiento

Fuente: blogs-mk-digital.esden.es
Toda economía tiene recursos limitados, por ende el crecimiento de las mismas es limitado. Es una obviedad, pero es necesario aclararlo, para aumentar la tasa de crecimiento de la economía antes es necesario aumentar la cantidad de recursos ¿Cómo? con INVERSION. Esta es definida como una fracción o flujo del producto destinada a la adquisición de nuevos factores de producción, ya sea para reemplazar a los bienes de capital desgastados por el propio proceso productivo o  bien para aumentar la capacidad instalada de la empresa.

La inversión genera puestos de trabajo, disminuye la pobreza y aumenta el bienestar de la población. Si el nivel de inversión es lo suficientemente elevado como para reducir el nivel de desempleo a cero, es muy probable las empresas tengan que pagar mejores salarios a sus empleados para que no se los robe la competencia.

Por otro lado, la inversión aumenta el stock de capital por trabajador, haciendo que la productividad de este último aumente. Esto significa que puede producir más en menos tiempo, aumentado la oferta de bienes y servicios, presionando los precios a la baja y permitiendo a la vez un mejor poder adquisitivo del salario nominal.

Lo contrario ocurre en economías dirigidas por "caudillos" populistas o mal llamados "progresistas", que con fines eleccionarios, mantienen elevados niveles de gasto público, privilegiando el crecimiento de corto plazo aún a costa de sufrir agudos procesos inflacionarios en el futuro. Esto sin dudas socava el salario real de los trabajadores disminuyendo su bienestar.  

Para atraer inversiones, es fundamental que el país goce de estabilidad jurídica y de reglas de juego bien definidas, tales como el respeto a la propiedad privada y una baja carga impositiva que no ahogue la rentabilidad.
De lo anterior se desprende que el Estado debe garantizar la calidad institucional y establecer políticas públicas de largo plazo, lo cual constituirá un importante impulso para mejorar la capacidad de innovación de las empresas. Cuando esto no se cumple, las inversiones migran a otros países haciendo perder gran cantidad de puestos de empleo.