Extraído de perfil.com. Ilustración de Claudio Muñoz |
La tasa de inflación (que vendría a ser cómo el medidor de temperatura del auto) en todos estos años, no se ha cansado de dar señales de que la onda expansiva de la economía argentina está siendo más que excesiva, a lo que el gobierno nunca le prestó demasiada atención ni importancia (al igual que la sociedad ya que cada vez que puede le da el ok al modelo). No es descabellado que Dilma y su gabinete se asusten por una tasa de inflación anual de 7% ni que los Chinos hagan lo mismo por una tasa del 6%. Una inflación superior al 5 por ciento anual es un llamado de atención para soltar el pie del acelerador, de lo contrario este exceso de "velocidad" podría pagarse caro.
No se trata de ser fanático de la recesión ni de aplicar viejas recetas ortodoxas que hagan sufrir al pueblo ni de sacarle el consumo a la gente, sino simplemente de encontrar una tasa de crecimiento que sea sostenible en el tiempo. De la misma forma que un auto que viaja a 180 km/h corre mucho más riesgo de estrellarse que uno que viaja a 80 km/h, una economía que crece desmesuradamente producto de artilugios de la economía como la ya mencionada desmesura en el gasto público (o el 1 a 1 de los '90) tarde o temprano termina volviendo a la realidad. Cruda realidad mejor dicho, porque si me permiten acudir a una obviedad, cuanto más alta sea la subida más dolorosa será la caída.
Hay dos ejemplos ilustrativos al respecto. Uno es Chile, país que en los últimos veinte años llegó a acumular un crecimiento del PBI per cápita (medido en U$S) del 397%, llegando a ser el único país Latinoamericano en reducir la pobreza a la mitad. El otro ejemplo es la Argentina, país altamente dotado de recursos humanos y sobre todo naturales, y con un potencial que hasta ahora no ha sido aprovechado, llegó a registrar un incremento del 111% de su producto per cápita en el mismo período de tiempo.
Lejos de esos discursos tan bonitos y meramente voluntaristas como "el Estado debe garantizar la igualdad de oportunidades" o el "enseñar a pesar en lugar de regalar el pescado", se deben crear condiciones óptimas en la macroeconomía, a fin de brindar previsibilidad a los empresarios a la hora de tomar decisiones de inversión. Esto es lo que se conoce como "Seguridad Jurídica" o "Reglas de Juego". A modo de ejemplo, no es bueno tener una legislación laboral que castigue exageradamente al empleador por denuncias descabelladas del empleado, ni que el gobierno sorprenda con un impuestazo sacado de la galera o tener sindicatos que reclaman aumentos de sueldos totalmente desmesurados. Por el contrario, al empresario se le debe brindar un mínimo de condiciones que garanticen en gran parte la seguridad sus inversiones, aunque por supuesto siempre pueden existir factores ajenos que las hagan fracasar.Todo ello, se logra fijando políticas de estado. Fuente: elaboración propia en base a datos del Banco Mundial. |
Una política de Estado es una política de largo plazo, y esa es justamente la diferencia que tiene con una política de gobierno. Esta última la fija el gobierno de turno, mientras que la primera son generalmente fundadas por ESTADISTAS y se caracterizan por estar fijadas en vistas a un desarrollo económico y político de largo plazo. Por ende, es de vital importancia que las políticas de gobierno (independientemente del color del partido gobernante) vayan en consonancia con las políticas de estado. De lo contrario, cada gobierno deshace lo que hizo el anterior (cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia).
La cultura "cortoplacista" que padece la Argnetina nos ha convertido en un país con crisis periódicos que se repiten en promedio cada cuatro años. Ya es hora de que se de entienda la vital importancia de una política de largo plazo, no sólo por parte de las autoridades sino también por parte de la sociedad, pues todos parecen estar contentos con la fiebre de consumo actual y a nadie parece preocuparle mucho los nubarrones que se avizoran en el horizonte.