jueves, 27 de octubre de 2011

Enfríar o no enfriar. Esa no es la cuestión.

Extraído de perfil.com. Ilustración de Claudio Muñoz
La inflación se come los ingresos fiscales (el gobierno también sufre la inflación), la soja de vez en cuando amaga caídas junto con la economía mundial y un gasto público insostenible hacen presagiar en un tiempo no muy lejano, un súbito freno a la economía argentina. ¿A dónde van a ir parar tantos años de crecimiento histórico? Nadie sabe, pero si hay algo claro, es que nunca se adoptó una política de crecimiento razonable de largo plazo y ahora la economía nos empieza a pasar la factura. 

La tasa de inflación (que vendría a ser cómo el medidor de temperatura del auto) en todos estos años, no se ha cansado de dar señales de que la onda expansiva de la economía argentina está siendo más que excesiva, a lo que el gobierno nunca le prestó demasiada atención ni importancia (al igual que la sociedad ya que cada vez que puede le da el ok al modelo). No es descabellado que Dilma y su gabinete se asusten por una tasa de inflación anual de 7% ni que los Chinos hagan lo mismo por una tasa del 6%. Una inflación superior al 5 por ciento anual es un llamado de atención para soltar el pie del acelerador, de lo contrario este exceso de "velocidad" podría pagarse caro.

No se trata de ser fanático de la recesión ni de aplicar viejas recetas ortodoxas que hagan sufrir al pueblo ni de sacarle el consumo a la gente, sino simplemente de encontrar una tasa de crecimiento que sea sostenible en el tiempo. De la misma forma que un auto que viaja a 180 km/h corre mucho más riesgo de estrellarse que uno que viaja a 80 km/h, una economía que crece desmesuradamente producto de artilugios de la economía como la ya mencionada desmesura en el gasto público (o el 1 a 1 de los '90) tarde o temprano termina volviendo a la realidad. Cruda realidad mejor dicho, porque si me permiten acudir a una obviedad, cuanto más alta sea la subida más dolorosa será la caída.

Considerando lo anterior, es importante entender que TODA economía tiene recursos LIMITADOS, por ende, el crecimiento es LIMITADO. Si se quiere crecer más, hay que incrementar los recursos ocupados, ¿Cómo?, invirtiendo en capital y trabajo. Si los recursos se agotan, no queda otra que apelar a inversiones que estimulen la PRODUCTIVIDAD de los recursos ocupados. Así se obtiene como resultado un incremento en el producto final y como contrapartida más sueldos para los trabajadores y rentabilidad para los empresarios. En otros términos, el total de ingresos monetarios termina siendo proporcional a la "torta" total obtenida pues, no son más que la retribución a lo producido por cada agente de la economía. Por ende, en una situación así, no deberían existir mayores desequilibrios en la economía.

Hay dos ejemplos ilustrativos al respecto. Uno es Chile, país que en los últimos veinte años llegó a acumular un crecimiento del PBI per cápita (medido en U$S) del 397%, llegando a ser el único país Latinoamericano en reducir la pobreza a la mitad. El otro ejemplo es la Argentina, país altamente dotado de recursos humanos y sobre todo naturales, y con un potencial que hasta ahora no ha sido aprovechado, llegó a registrar un incremento del 111% de su producto per cápita en el mismo período de tiempo.

Fuente: elaboración propia en base a datos del Banco Mundial.

 Lejos de esos discursos tan bonitos y meramente voluntaristas como "el Estado debe garantizar la igualdad de oportunidades" o el "enseñar a pesar en lugar de regalar el pescado", se deben crear condiciones óptimas en la macroeconomía, a fin de brindar previsibilidad a los empresarios a la hora de tomar decisiones de inversión. Esto es lo que se conoce como "Seguridad Jurídica" o "Reglas de Juego". A modo de ejemplo, no es bueno tener una legislación laboral que castigue exageradamente al empleador por denuncias descabelladas del empleado, ni que el gobierno sorprenda con un impuestazo sacado de la galera o tener sindicatos que reclaman aumentos de sueldos totalmente desmesurados. Por el contrario,  al empresario se le debe brindar un mínimo de condiciones que garanticen en gran parte la seguridad sus inversiones, aunque por supuesto siempre pueden existir factores ajenos que las hagan fracasar.Todo ello, se logra fijando políticas de estado.


Una política de Estado es una política de largo plazo, y esa es justamente la diferencia que tiene con una política de gobierno. Esta última la fija el gobierno de turno, mientras que la primera son generalmente fundadas por ESTADISTAS y se caracterizan por estar fijadas en vistas a un desarrollo económico y político de largo plazo. Por ende, es de vital importancia que las políticas de gobierno (independientemente del color del partido gobernante) vayan en consonancia con las políticas de estado. De lo contrario, cada gobierno deshace lo que hizo el anterior (cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia).

La cultura "cortoplacista" que padece la Argnetina nos ha convertido en un país con crisis periódicos que se repiten en promedio cada cuatro años. Ya es hora de que se de entienda la vital importancia de una política de largo plazo, no sólo por parte de las autoridades sino también por parte de la sociedad, pues todos parecen estar contentos con la fiebre de consumo actual y a nadie parece preocuparle mucho los nubarrones que se avizoran en el horizonte.

jueves, 20 de octubre de 2011

Un modelo que se queda sin nafta.*


Extraído de cucuta.olx.com.co
 La Argentina sin duda ha experimentado tasas de crecimiento inéditas luego de la gran recesión que sufrió a fines de 2001, producto de serios desbalances en la cuenta corriente financiados con endeudamiento externo y de la irresponsabilidad fiscal de las economías provinciales, que a largo plazo tuvieron severos efectos para el nivel de actividad económica y de empleo. Entre 1998 y 2002 el PBI tuvo una caída acumulada del 20% y en el último año la tasa de desempleo superó el 20% anual. Sin embargo, el viento de cola internacional causado por el desenfreno monetario estadounidense de los últimos y la mega devaluación de la moneda argentina a principios de 2002, constituyeron un importante estímulo para las exportaciones agrícolas. El mejor exponente de ello fue el nivel de precios alcanzado por la soja, que en mercados internacionales llegó a registrar un valor de 500 dólares la tonelada aproximadamente, quebrando todos los registros históricos.

La recuperación económica fue notable, a tal punto que la crisis fue olvidad en tan sólo un año o a lo sumo dos. El elevado ingreso de capitales que proporcionaban las exportaciones de soja, permitió al gobierno financiar elevados niveles de gasto público que se destinaron a estimular el consumo sin límites, ya sea subsidiando precios o haciendo transferencias directas a familias de bajos recursos.

Esta política expansiva con el tiempo empezó a mostrar su poca sostenibilidad: a partir del año 2006 la tasa de inflación comenzó a exacerbarse comiéndose el poder adquisitivo de los salarios e ingresos fiscales, a lo que el gobierno respondió convalidando esos aumentos y haciendo nuevas y reiteradas intervenciones expansivas de gasto público. Ante la permanente y lógica falta de fondos, el gobierno lejos de bajar el ritmo de gasto siguió incrementando sus niveles y a la par buscando fuentes alternativas de financiamiento. Es así como se intentó imponer un 45% de retenciones a las exportaciones de soja, como se llevó a cabo la estatización de las jubilaciones, la intervención al Banco Central y a diversos organismos que se constituyeran en financieras del Estado.

Hoy en día y de manera preocupante el modelo se profundiza cada vez más. Preocupante, sí. El gobierno ha demostrado no tener límites a la hora de avanzar sobre la propiedad privada a fin de sostener lo que ellos consideran como el Modelo "Nacional y Popular". Con respecto a esto último, habría que buscar la razón de su nombre, puesto que lejos de lo predicado por el mismo gobierno, los pobres sufren cada vez más con el nivel de inflación galopante y la falta de empleo, agudizándose cada vez su dependencia de los planes sociales proporcionados por el Estado.

Más preocupante aún es la tambaleante economía mundial y el freno del nivel de actividad en Brasil pues, como ya se mencionó anteriormente, la economía argentina ha sido fuertemente dependiente de las exportaciones de productos agrícolas como la soja y diferentes granos a países emergentes como China, como así también de la venta de automóviles al país carioca. La ecuación es sencilla, si cae la economía mundial, cae lo recaudado por exportaciones, el gobierno se desfinancia y todo el sostén de la economía se derrumba como castillo de naipes.

Extraído de intoleranciaciudadana.blogspot.com

Quiérase o no, la economía nacional no vislumbra a mediano plazo un panorama próspero. Tarde o temprano, habrá que pagar la cuenta de una fiesta que no será para nada barata.

* Publicado originalmente por el mismo autor en www.economiayfinanzasag.wordpress.com el día Miércoles 19 de octubre de 2011.