La incertidumbre que se viene viviendo
en Chipre desde el último fin de semana me trajo a la mente recuerdos del
pasado y también del mismo presente, provocándome sensaciones verdaderamente
desagradables.
El sábado 16 de marzo
y después de casi diez horas de negociación, se alcanzó un acuerdo para
rescatar a Chipre por una suma que alcanza los 10.000 millones de euros. Se
trata del quinto programa de "rescate" de la zona euro desde que
estalló la crisis, luego de los casos de Portugal, Irlanda, Grecia y España,
grupo más conocido como "PIIGS",
que a menudo suele incluir a Italia.
Según expresa el diario "El Mundo" en su artículo del sábado 16/03/2013:
"Los ministros de Economía
de la Eurozona y la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, han aceptado
finalmente el rescate a cambio de una novedad: castigo a los depositarios bancarios.
Se crea nuevo impuesto extraordinario
de hasta el 9,9% sobre
los depositantes con más de 100.000 euros en Chipre "tanto
a los residentes como a los no residentes".
El Gobierno chipriota ha
anunciado que someterá inmediatamente al Parlamento este fin de semana una ley
que impida retirar el dinero en lo que constituye lo que se bautizó en
Argentina como
'corralito' y que no tiene precedentes en la Eurozona.
El ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble,
consideraba imprescindible esta medida de castigo para poder someter el rescate
de la isla, cuya banca concentra dinero ruso, al Parlamento de Alemania."
En principio se había previsto que el
impuesto sería del 6,75% para los ahorros de menos de 100.000 euros y del 9,9%
para los que superen esta cantidad. Sin embargo en el día de ayer se acordó un
cambio provisional: los depósitos de menos de 100.000 euros pagarían un 3,75% y
los mayores a esa cifra un 12,5%. El objetivo se centra en recaudar alrededor
de 5.800 millones de euros.
No obstante, en estos momentos y
según el diario español "El País", el Gobierno de Chipre sigue sin lograr apoyos al rescate.
Lógicamente, nadie está dispuesto a
aceptar en sus ahorros semejante quita disfrazada de legalidad, por ende, es de
esperarse una masiva fuga de capitales del sistema financiero chipriota. Pero
las mentes brillantes previeron esta situación e intentan aprobar una ley que
impida a los depositantes retirar sus valores del banco, algo así como
practicar puntería dentro de un corral.
Es muy común escuchar de parte de
algunos que se deben sacrificar los intereses particulares al servicio de la
nación, pero ¿qué sucede si un grupo reducido de personas malgasta recursos de
manera irresponsable dejando al país en serios problemas financieros y económicos?
¿Son las familias las que deben sacrificar sus intereses personales para seguir
manteniendo este sistema? ¿O son los causantes del problema quiénes deben
procurar una mejor administración de los recursos que le son proveídos por la
sociedad? Nunca indican cuál es el interés “colectivo” o el de la nación, pero
siempre afirman que está por encima de todo derecho o interés individual,
encerrando una lógica perversa que lo único que pretende es que unos carguen en
las espaldas las consecuencias de los actos ineptos de otros.
La piedra angular de una civilización
es el respeto hacia el valor ajeno, pues la expoliación genera odio entre sus
víctimas y si no existe un estado de derecho que garantice el respeto a la
propiedad privada, el salvajismo puede ser aún mayor. Ojalá estos planes
confiscatorios no prosperen, no sólo por el bien de los ahorristas que
confiaron sus esfuerzos al sistema financiero de Chipre sino también por la
salud institucional, económica y financiera del país ya que son estos los casos
en los que el remedio es peor que la enfermedad.