Mucho
se ha hablado y mucho se va a seguir hablando sobre la interminable novela del
dólar en la Argentina. Que comprar dólares se trata de una simple cultura, que
es un deporte nacional, que es mera especulación por parte de algunos, etc.
Nadie pone en duda la arraigada costumbre del argentino medio de ahorrar en
dólares, el problema es que nadie habla del "por qué" de esta
supuesta tradición.
No
es poco común que en épocas inflacionarias o de turbulencias económicas los
ahorristas de cualquier parte del mundo busquen refugios de valor para
estacionar y proteger sus ahorros. Un claro ejemplo es lo que ha sucedido con
el oro en el mundo: hacia el año 2000 el metal precioso cotizaba alrededor de
los 320 dólares la onza, hoy en día y en plena crisis mundial, dicha cotización se encuentra alrededor de los 1560 dólares...nada mal para aquel que compró hace
una década atrás y lo mantuvo atesorado bajo el colchón de su cama. Es lógico
que todo aquel que asuma el sacrificio de trabajar diariamente, quiera proteger
lo que logró ahorrar con el sudor de su frente. Por lo tanto, cuando surgen las
dudas sobre el estado general de la economía, el rally por buscar un refugio
que mantenga el valor de los ahorros amenaza con desatarse. Es en esta parte,
donde entra en juego algo que poco tiene que ver con lo técnico y económico,
esto es la confianza en el poder gobernante y las instituciones acerca de su
capacidad para manejar una crisis.
¿Qué
pasa hoy en Argentina? La población ha empezado a percibir un eventual
desbocamiento de la inflación y muy malas expectativas en la actividad
económica. ¿Qué pasaría si la gente confiara en la capacidad del gobierno para
evitar o suavizar con éxito una eventual crisis? sencillamente, todos se
quedarían tranquilos y no asumirían mecanismos defensivos que tiendan a agravar
aún más el problema. Lamentablemente, no es lo que se observa en la calle. La
desesperación por comprar dólares para defender los ahorros personales y la demostrada
incapacidad del gobierno (y el Banco Central) para detener esta fuga de
capitales, está complicando las cosas cada vez más. La devaluación se acelera,
la inflación amenaza con dispararse, los temores se acrecientan y la gente
empieza a sentir que sus ahorros no están seguros en el sistema financiero. En
este punto comienza a vislumbrarse uno de los peores problemas que puede sufrir
una economía: una posible corrida bancaria.
La
corrida bancaria tiene lugar cuando existe una concurrencia masiva de
ahorristas a los bancos, a fin de retirar los fondos que en ellos se han depositado.
Básicamente, la función de los bancos es intermediar entre el ahorro y la
inversión, es decir, captar el dinero que depositan los ahorradores en el sistema bancario y prestarlo a quienes lo necesiten para financiar sus
proyectos. Por esta razón y ante una corrida para retirar los depósitos, los
bancos suelen necesitar asistencia financiera por parte del Banco Central. Si
este último se encuentra en una posición financiera y económica consolidada, la
corrida no debería representar un problema mayor, ya que se encontraría en
posición para asistir a los bancos que lo necesiten y así brindar seguridad y
calmar los ánimos de la gente. Hoy en día, el Banco Central argentino, según sus
autoridades y el mismo gobierno, cuenta supuestamente con una cantidad récord
de reservas internacionales que están rondando los 46 mil millones de dólares.
Le pregunta obligada es: ¿Qué espera la autoridad monetaria para salir a
responder agresivamente y anestesiar esta furia por la compra de la divisa
norteamericana? Muchos dicen que es nivel de reservas no existe, la duda está.
En lugar de eso y como para que cunda el pánico, el gobierno decidió prohibir
la compra venta de moneda extranjera, medida que terminó causando el efecto
exactamente contrario al que buscaban, el cual era proteger los dólares que
quedan en el sistema financiero y evitar una devaluación mayor. Es así como
entra en juego el protagonista de la obra, llamado hoy en día “dólar blue” pero
comúnmente conocido con otra variante de nombres tales como “mercado negro”, “mercado paralelo”, “dólar
paralelo”, “dólar negro”, etc.
El mercado simboliza el acuerdo de las partes, y en el mercado del dólar hay vendedores que ofertan a $6 y hay compradores que están dispuestos a pagar ese precio. Por lo tanto, no existe un mercado oficial y uno paralelo, este último es el mercado verdadero ya que es el único en el que se realizan transacciones con un precio determinado por la oferta y la demanda, mientras que casi no existen transacciones al precio de cambio oficial. Esto, es un mero ejemplo de lo que muchas veces han afirmado los economistas hasta el cansancio, que la economía no se maneja por decreto o bien, que el mercado siempre gana.
Cuando el país crecía, se debía a la capacidad de gestión. Ahora que el país entra en una etapa recesiva ¿la culpa será de la crisis internacional? nada de eso. Nunca hubo capacidad de gestión sino que el gobierno está cayendo preso de sus propios errores, todos esos que cometió desde que comenzó a gobernar y nunca quiso reconocer.